Según el decreto del Papa Inocencio XII San Pascual Bailón «vestido con una vil túnica áspera llena de parches, convencido de que era superfluo buscar la pulcritud en una camisa de pelo, vistiendo la misma ropa interior usada, desgarrada y remendada durante 18 años». La gente de la provincia de Alicante ha venerado al santo desde hace años, implorando su ayuda para remediar todo tipo de males y desgracias. Tal fue su encanto que surgieron creencias salvajes y portentosas en torno a la historia de este pobre y humilde hombre.

La procesión anual a la cueva de San Pascual Bailón en la cima de la colina en las afueras del pueblo de Orito sigue teniendo lugar hasta el día de hoy. La larga subida por el empinado camino hasta la pequeña cueva incrustada en la roca en la cima no es una hazaña insignificante, especialmente cuando se pasa a personas de edad avanzada que suben lentamente por la interminable pendiente. Los domingos y los días especiales del calendario, como el Día de la Ascensión de este mes, traen a Orito a personas de todas las edades en su deseo de practicar su fe haciendo la ardua escalada a pie.

El nombre del pueblo de Orito es muy antiguo, ya que se remonta a un texto ibérico encontrado en la Serreta de Alcoi y que data de alrededor del año 300 a.C. El texto contiene los nombres de los pueblos que participaron en la peregrinación al santuario de Orrti, como se llamaba entonces. El nombre en sí mismo significa «huerto» gracias al manantial que una vez irrigó la zona y que hasta el siglo XIX proporcionó al balneario local amplias reservas de agua pura y cristalina.

En Marruecos, en medio de las áridas extensiones del valle del Rif, hay un aislado oasis verde donde crecen naranjas y verduras y donde se hablaba el antiguo bereber que también lleva el mismo nombre.
Volviendo al santo, Pascual Bailón se trasladó de Aragón a Orito, donde alcanzó notoriedad por haber hecho aparecer un manantial de la nada. Cuenta la historia que en esa época Pascual era un pastor al servicio de un rico terrateniente, Martí García, que pretendía dejar su fortuna al humilde pastor al que admiraba mucho. Sin embargo, Pascual prefirió mantener su vida de pobreza y decidió entrar en el convento franciscano que Pedro de Alcántara acababa de terminar de construir en Orito y Elche en 1561.

Según la tradición, cerca del convento de Orito, en la cima de la sierra donde se reunían los rebaños de ovejas y cabras, había una cueva donde Pascual iba a rezar. Un día, mientras estaba en la cueva, Pascual oyó las campanas de la misa en el Convento, con lo cual se arrodilló y obró el milagro por el que es famoso. Cuenta la historia que el cielo se abrió sobre el santo y en medio de un relámpago vio aparecer la Eucaristía. Les contó a los otros pastores a su alrededor lo que había visto, pero ninguno de ellos fue capaz de contemplar tal milagro.

Más tarde, San Francisco y Santa Clara se aparecieron ante Pascual y le dijeron que se uniera a los franciscanos. En 1564 tomó las órdenes en el Convento de Elche. Durante su estancia en el convento conoció a otro místico, Andrés Hibernón, que no sólo tenía una vida paralela a la suya, sino que también visitó una cueva que lleva su nombre en Gandia, donde fue enterrado. Pascual estuvo en Orito hasta 1573 y la tradición dice que hizo que se abriera la fuente medicinal de Orito.

Hoy en día es poco lo que se puede ver de esta fuente prodigiosa, aunque los estudios geológicos muestran que las fuentes de manantial tienden a aparecer y desaparecer en función de los períodos húmedos y secos. Además, tanto los orígenes agrícolas del nombre de Orito como el hábito de los rebaños que se pegan en la cueva presuponen un abundante suministro de agua. Es evidente que el milagro de San Pacual no corresponde a los orígenes ibéricos de Orito. Sin embargo, siendo un buen pastor, Pascual viajó mucho y su fama se extendió por toda Europa.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here