La mayor línea zìp de Europa podría estar a punto de convertir un pueblo de montaña de una provincia que sufre un declive demográfico en uno de los mayores atractivos turísticos del interior de España.
Fuentespalda, en la meridional provincia aragonesa de Teruel -donde la capital tiene apenas 36.000 habitantes y casi el 75% de la población vive en pueblos de menos de 300 habitantes- se ha añadido de repente a las listas de deseos de vacaciones para los amantes de la emoción de lugares tan lejanos como Galicia, Barcelona, Navarra y Madrid.
La tirolesa que se inauguró el lunes tiene una longitud de dos kilómetros, con una pendiente de 150 metros (492 pies) -más o menos la misma que la parte superior de una «pista verde» de una estación de esquí- y se cuelga a 803 metros (2.635 pies) de altura, lo que la convierte en dos tercios de la altura de la mayor parte de la sierra de Gúdar de la provincia, 50 metros más alta que la cumbre del Montgó, que domina las localidades costeras de Dénia y Jávea, en la costa este, y un tercio de la altura del pico más alto de la sierra de los Picos de Europa, en el norte.
En resumen, no es recomendable para personas con vértigo.
Su puesta en marcha ha durado más de tres años, y las pruebas de arneses han durado meses, ya que las condiciones meteorológicas y el peso humano marcan la diferencia en cuanto a ángulos y equipos.
Por ejemplo, cuando no hay viento, la gente ligera no llega al final de la línea y, si hay viento, la gente más pesada va demasiado rápido, explica Cristián Cutanda, de la empresa instaladora, Alqui Fuentespalda.
Las mejores condiciones son cuando no hay viento, dice Cutanda, cuando la experiencia es «absolutamente maravillosa».
Dijo que la empresa tenía que experimentar con todos y cada uno de los pesos y velocidades de viento posibles.
Además de las condiciones climatológicas que afectaron a la instalación y las pruebas, la logística de la instalación de la tirolina fue complicada: hubo que fijar un cable a 803 metros sobre el nivel del mar y con una pendiente de 150 metros sin ningún tipo de apoyo entre el principio y el final.
Incluso utilizando el mismo equipamiento y tecnología que en las estaciones de esquí -de las que Teruel dispone de dos, Javalambre y Valdelinares- para la instalación de telesillas, la instalación de la tirolina era aún más compleja: los cables de las telesillas tienen postes de apoyo al menos cada 300 metros en las pistas de esquí, mientras que la tirolina no tiene poste en dos kilómetros.
Las máquinas utilizadas tenían que ser soportadas desde el aire por helicópteros, explica Cutanda.
«Todos los que lo han usado han dicho que es espectacular», asegura.
«También está adaptada para que la usen personas con movilidad reducida.»
Según la alcaldesa de Fuentespalda, Carmen Agud: «Cualquiera con alguna discapacidad puede usarla, siempre y cuando pueda recostarse».
De hecho, es la primera vez en el mundo que se diseña para ser adecuada para las personas con discapacidad.
Se rumorea que Carmen Agud ya ha tenido la oportunidad de hacerlo ella misma.
Alqui Fuentespalda mide la velocidad del viento todos los días, y dice que si son más de 40 kilómetros por hora, la tirolina no se puede abrir – «lo hemos intentado», admite Cutanda.
La empresa tiene la intención de vender entradas en línea con el fin de agotar todas y cada una de las franjas horarias diarias.
Se estima que 80 personas al día podrían usar la tirolina ya que, aunque sólo se tarda un minuto y medio en cubrir toda la longitud, se necesitan otras cinco o diez para aferrarse a la persona y bajarla en la plataforma fijada a los «tótems» al principio y al final de la línea.
Aunque puede que no les guste a los no iniciados y a los que no tienen cabeza para las alturas, la tirolina es «completamente segura», asegura Cutanda.
«Hemos realizado exhaustivas pruebas en seco, con un maniquí, con voluntarios humanos de diferentes pesos y en todas las condiciones de viento», dice.
La línea discurre entre la vertiente del Puente Umbría y la ermita de San Miguel en Fuentespalda, un pueblo de 286 habitantes en el barrio de Matarraña, y es oficialmente el más largo de Europa, con una velocidad de descenso de al menos 80 kilómetros por hora (50mph).
Sin embargo, no es el más largo ni el más rápido del mundo: se encuentra en Ras al-Khaimah, en los Emiratos Árabes Unidos (EAU), con una velocidad de 150 kilómetros por hora (93mph) y una longitud de 2,83 kilómetros (1,76 millas).
La fotografía muestra a uno de los trabajadores de la empresa instaladora probando la línea, y es tomada por la propia empresa, Alqui Fuentespalda.